Esperanza

Había un hombre en un vagón de tren acomodado en su asiento. El tren estacionó en una parada. Una chica subió a vacío vagón y decidió sentarse al lado del hombre.

-Esto está muy vacío, ¿no crees?- le preguntó.
-Me gusta este silencio, estoy tranquilo así- respondió.

La chica puso cara de extrañeza. Nunca había visto a nadie subir solo en un vagón hacía tiempo y que además le gustara ese silencio.

-¿Por qué no bajas en la próxima parada?-le preguntó.
-No me lo había propuesto. Pero si me bajo, te quedarás sola. No se muy bien hacia dónde voy, estoy aquí para pensar.
-Así que estás perdido. No te preocupes por mi, llevo mucho tiempo subiendo a este tren y la gente que ha pasado por aquí ha encontrado su camino- le aseguró sonriendo.
-Está bien, bajaré en la próxima parada.

Así lo hizo, se despidió y bajó del vagón con una sonrisa.

El hombre despertó en una sala de hospital blanca. Los médicos no lo podían creer.

-Lleva tres meses en coma, señor- informó al hombre una de las enfermeras-. El doctor dijo que no despertaría.
-¿Qué o quién le habrá ayudado en su oscuro viaje?- preguntó alegre otro enfermero.
-Una amiga. ¿Su nombre? Esperanza.

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